lunes, septiembre 20, 2010

El mito del granero del mundo (IV) Conclusiones

Ya vimos en los dos capítulos anteriores que las declamaciones sobre la "extraordinaria productividad" de la región pampeana tienen poco fundamento. Y no solo eso se debe tener en cuenta, hoy las diferencias edáficas y climáticas están relativizadas por los frutos de la tecnificación, como genética, plaguicidas, fertilizantes y manejo agronómico, al punto que la brecha tecnológica que sufrió el campo argentino en las 4 décadas que siguieron a la segunda guerra mundial ocasionó un estancamiento de la producción a niveles de la década del 30, ocasionando un enorme atraso relativo con respecto al Primer Mundo, que se empezó a revertir recién en los 90.
Los economistas pondrán seguro como argumento de que tenemos una competitividad superior al hecho de que siempre pudimos exportar a esos países. Es falso.
Este error es un fruto de extrapolar la noción de competitividad industrial a la agricultura extensiva. En productos industriales, la exportación fluye de los países más competitivos a los menos competitivos. No es así en la agricultura extensiva, acá la variable fundamental es la disponibilidad relativa de tierra con respecto a la población.
Veamos como se pueden clasificar los países de acuerdo con su disponibilidad de tierra, tengamos en cuenta que el promedio mundial es 4,42 habitantes por hectárea cultivada (se excluyen pasturas para ganado):
Obviamente, los países exportadores tienen menos habitantes por hectárea arable que el promedio mundial.
La última columna consigna las hectáreas arables que esos países "tendrían de más" de acuerdo a su población.
Por supuesto este último cálculo es una grosera simplificación, porque asume productividades y consumos uniformes en todo el planeta, lo que es notoriamente falso, pero permítanme tomar esa licencia.
Lo que pone a la Argentina entre el puñado de exportadores de alimentos básicos, no es una calidad excepcional de sus tierras, sino la CANTIDAD, en relación con su población. Característica que sin duda era más notoria a fines del siglo 19, cuando ni siquiera alcanzaba la gente para explotarla con los métodos de entonces. Esa fue la época en que se forjó el mito del granero del mundo.
El siguiente cuadro expone una selección de típicos países importadores de alimentos:
Esta es una selección, porque en realidad la mayoría de los países del mundo son importadores de alimentos, provenientes del selecto grupo de arriba. En algunos casos son alimentos comprados, en otros casos ayuda alimentaria internacional, y en otros deberían importar pero no tienen divisas y sus poblaciones sufren las consecuencias.
Obviamente estos países, a diferencia de los exportadores, tienen muchos más habitantes por hectárea arable.
La última columna, análogamente al cuadro anterior, expone la superficie apta que estos países deberían incorporar para tener 4,42 habitantes por hectárea arable, que es el promedio mundial. Rigen los mismos reparos que en el cuadro anterior, pero creo que esto explica algunos movimientos geopolíticos de los últimos tiempos, y algunas alianzas estratégicas (antiguas y recientes).

Entonces encontramos que a algunos países les sobra tierra, y a otros les falta. Es este hecho, y no el diferencial de productividades (que es muy alta en muchos países fuertemente deficitarios), lo que rige el flujo del comercio de alimentos.
Los países con tierra excedente deben arreglárselas para llegar con sus productos a los países demandantes, y ese es el motivo por el cual deben adquirir competitividad en sus producciones exportables, o dejar las tierras sobrantes sin explotar.
La Argentina no es exportadora por ser competitiva, sino que es competitiva porque necesita exportar. Esa es la ley de los países con menos población que tierras. Cada país estructuralmente exportador de los cultivos extensivos que constituyen la base de la alimentación busca entonces especializarse en los que tiene una ventaja relativa con respecto a los otros países exportadores (competidores).
El resto del mundo necesita divisas para importar, o muy alta productividad en su relativamente escasa tierra, o una notable frugalidad de sus consumidores, o una combinación de esto factores para sobrevivir.
Además de buscar sus productos más adaptados, qué otros ajustes ocurren en los países obligados a exportar?
El más importante es la ampliación progresiva de la escala de la producción. Todos sabemos que es lo que ha ocurrido en la Argentina (con su contrapartida de disminución en el número de explotaciones), pero también ha ocurrido en el resto de los países de las mismas características.
El número de explotaciones en el estado maicero de Iowa bajó un 56% desde la postguerra. En el estado sojero-maicero de Indiana desde 1950 el número de explotaciones de menos de 500 acres se redujo en un 67%, y el de explotaciones de más de 500 acres aumentó en un 275%. En el mismo período el número de agricultores full-time decreció en un 72%, mientras que los part-time solo disminuyeron en un 50%, representando hoy en día un 58% del total. En el estado triguero canadiense de Saskatchewan la disminución del número de productores fue del 63,5% entre 1941 y 2001.
Lo notable es que en todos los casos mientras disminuía el número de productores, la producción aumentaba.
Es lo más parecido a una reestructuración capitalista de una empresa. Los productores menos eficientes o con menos suerte dejan la actividad, mientras que los otros se amplían disminuyendo así sus costos fijos, mientras aumentan la producción. Los subsidios y la transmisión estatal de las novedades tecnológicas tienden a morigerar esta tendencia, manteniendo más tiempo más jugadores en la cancha, pero el proceso de largo plazo es inevitable. En Europa, donde los productores solo tienen que atender al consumo interno y por ende tienen mejores precios, la ayuda estatal tiende a evitar la concentración de explotaciones. Eso se materializó hasta 1990 con precios artificialmente altos, y desde 1990 con subsidios directos.
Lo que no debe perderse de vista es que el proceso se inicia con el sobrante de tierras, que obliga a tener un mínimo de eficiencia para poder exportar y ganar mercados, y eso trae como consecuencia una concentración de la producción cada vez en menos manos, salvo que el estado subsidie a los de menos tamaño. La alternativa es perder competitividad, y abandonar las tierras excedentes.
La especialización es también una consecuencia. Acá casi se ha perdido la "chacra mixta", pero podemos ver que en Estados Unidos las consecuencias fueron similares.
Recapitulemos entonces:
1) Se ha visto que la Argentina no tiene una productividad media por hectárea particularmente destacada en el concierto mundial. Solo en soja esa productividad la coloca dentro del pelotón de punta (pero no a la cabeza). Tenemos, como en muchos otros países, tierras muy buenas, y luego tierras y clima con calidad decreciente hasta llegar a lo no explotable (renta=0), como en el resto del mundo. Esto desmiente que exista la "renta diferencial a escala internacional". También queda descolocada la idea que lo que nos convierte en exportadores es una característica "cualitativa", ya que en muchos países importadores la productividad suele ser mayor que la nuestra.
2) También que lo que caracteriza a la Argentina es un cierto excedente de tierra con respecto a la necesaria para alimentar a su población. Este hecho obliga a exportar al mercado mundial esos excedentes de alimentos, y en consecuencia a producir con un mínimo de eficiencia que permita poder vender tanto en años de deficit productivo mundial, como de excedente productivo en el mercado internacional. Por el contrario numerosos países, a pesar de ser altamente productivos, tienen un deficit de tierras con respecto a su demanda alimentaria.
3)El hecho de estar obligados a exportar destaca la necesidad de estar en la frontera tecnológica, cuando así no ha ocurrido la producción se ha estancado. También esta necesidad rediseña hacia adentro la estructura de tenencia, y la tendencia a la concentración para reducir costos.
Los mitos positivos sobre uno mismo son buenos en la medida en que se crean los demás. Lo malo es cuando se los cree uno mismo. Esto ocurre a menudo en el "granero del mundo"

jueves, septiembre 16, 2010

El mito del granero del mundo (III) Y el maíz y la soja?

Ya vimos en el post anterior que la Argentina nunca fue nada excepcional en la productividad del trigo, al menos como para justificar en eso el slogan del "granero del mundo".
Examinemos ahora la situación del maíz, que durante décadas (hasta fines de los 80), fue el producto lider en las exportaciones argentinas.


Lo primero que debe llamar la atención es la apabullante supremacía de Estados Unidos en la producción y las exportaciones mundiales. Argentina es, a larga distancia, el segundo exportador a pesar de solo tener el 2,3% de la producción mundial. Es curioso notar también, como en el caso del trigo, que salvo Estados Unidos los países más productivos son importadores netos, y que los otros países exportadores no se caracterizan por tener altos rendimientos por hectárea.
Se ve también como la Argentina ha recuperado posiciones en el ranking de productividad, a pesar de que todavía esta distanciado (aunque menos que en los 60) de los países de mayor productividad.
El rinde promedio de 6564 en el sexenio esta promediando años malos y buenos, y zonas donde los rindes pueden ser similares a la media nacional de Estados Unidos, y zonas donde los rindes son similares a los de Sudafrica.

Acá vemos que gran parte de la diferencia en rendimiento por hectárea con Estados Unidos se debió a un atraso tecnológico a partir de la posguerra. De todos modos, los que conocemos las condiciones allá, sabemos que muy pocos lugares en la Argentina presentan condiciones tan favorables.
El caso de la soja presenta diferencias, como podemos ver en el siguiente cuadro:



Es claro que este cultivo, originario de Oriente y llevado tempranamente a Estados Unidos, no es tradicional en la Argentina, que de la nada ha llegado en 30 años a estar junto con Estados Unidos y Brasil, en el trío que maneja el 81% de las exportaciones mundiales (el resto se divide entre Paraguay, Uruguay, India y Bolivia, el resto del planeta es importador neto, solo hay 7 exportadores en el mundo).
Acá la productividad con respecto a otros países es más lucida, pero tampoco somos campeones. Igual que en el maíz, hay variación entre años por motivos climáticos, y los 25 quintales de promedio del sexenio es visto en algunas zonas privilegiadas como piso de producción (que puede llegar a 45-50 quintales) mientras que en otras zonas es visto como techo.
En el siguiente gráfico (copiado de este post) vemos la evolución de los rendimientos comparados de soja en Estados Unidos (el verdadero granero del mundo) y la Argentina.


Se ve claramente que es más parejo, esa tal vez sea una de las claves de la expansión del cultivo en nuestro país, estamos jugando en primera. Y se ve también porque el cultivo de soja parece haber llegado a un techo en Estados Unidos mientras el maíz sigue creciendo, con esa productividad y los precios actuales, en los estados más aptos conviene más hacer maíz. Lo mismo que en Europa conviene más hacer trigo.
Otra vez se ve que queda sin sustento hablar de "renta diferencial a escala internacional", o del granero del mundo.
En el próximo post hablaremos sobre la naturaleza de la competitividad argentina en granos, que no proviene de la "excepcional calidad de nuestros suelos y nuestro clima" como presuponen algunos economistas. Cuando digo esto, no estoy negando las cualidades de algunos de nuestros suelos, o por ejemplo las lluvias de Diciembre Enero que rara vez fallan en el Norte de Buenos Aires, pero la mayor parte del área agrícola de nuestro país no tiene esos privilegios, y eso se nota en los promedios.

jueves, septiembre 09, 2010

El mito del granero del mundo (II) El país del trigo?

(Viene de acá)
En el imaginario popular, y en los economistas, existe la idea de que la pradera pampeana constituye una unidad productiva excepcional, generando una "renta diferencial internacional" con respecto al resto del mundo, o de su mayoría.
Ya en la facultad (al menos en Cereales de la UBA) nos enseñaban que los suelos argentinos tenían la desventaja de acumular menos agua que los maiceros norteamericanos al no tener el proceso de congelamiento invernal, además de presentar los nuestros en su mayoría una capa arcillosa que complicaba el desarrollo de las raíces; o que el clima noreuropeo durante el llenado del grano de trigo hacía que los trigos invernales tuvieran un grano mucho más grande que el nuestro.
Pero eso no te prepara para el golpe para nuestro orgullo agronómico nacional que significa conocer otras zonas agrícolas del mundo, como el medio oeste norteamericano, la Beauce al norte de Paris, el valle del Po en Italia, o las llanuras bajas holandesas.
Ahora vamos a comparar la situación del trigo, dejando para otra nota a otros cultivos.
El trigo fue tanto el principal cultivo durante la era colonial, como el primer cultivo que se empezó a exportar a fines del siglo 19 cuando la inmigración posibilitó ampliar las áreas sembradas.
Si el ambiente argentino fuera muy especial para este cultivo emblemático, deberíamos esperar una alta productividad comparada, no? Una mayor cantidad de kg cosechados por hectárea?
En el cuadro de arriba (hacer click para agrandar) figura la productividad y la importancia relativa en producción, exportación e importación de los 20 países que más trigo producen, y agregué algunos otros (Japon, Chile, Brasil, Uruguay y Holanda) . Esta comparación es en la década del 60 y en la actualidad (en realidad 2000-2007, para sacar el efecto Moreno).
Los paises que riegan toda o casi toda la producción estan pintados en marrón, los que riegan una parte, en amarillo. Los países exportadores estan con letras azules.
Lo primero que llama la atención es que nuestra posición en la tabla es bastante mediocre. Y para romper otros preconceptos, todos los países exportadores, con la excepción de Francia, estan de mitad de tabla para abajo (USA, Canada, Rusia, Australia, Ucrania, Kazakhstan). Los países que representan el 70% de la exportación mundial estan debajo del promedio mundial de rinde.
La FAO no tiene datos anteriores a la década del 60, por lo que no podemos hacer una tabla semejante para el Centenario, la época en que se hablaba del "granero del mundo". Sin embargo es en la década del 60, se ve que sin mirar los datos, es que la teoria de la "renta diferencial a nivel internacional" llega a popularizarse entre los economistas argentinos.
Si bien no pude conseguir datos de principios de siglo para todos los países del cuadro de arriba, si se pueden conseguir de algunos de esos países: En el gráfico siguiente se muestran los rendimientos de cuatro países exportadores : Argentina, Estados Unidos, Canadá y Francia, a lo largo de todo el siglo 20.

Como podemos ver, a principios de siglo la Argentina tenía menor rendimiento por hectárea que sus cuatro competidores. Tal vez para un calabrés acostumbrado a sembrar en las piedras acá crecía cualquier cosa, pero en la comparación con la Primera A de la agricultura no estábamos en el pelotón de punta.
Entre la década del 20 y la posguerra las cosas se emparejaron, pero en la posguerra comenzó el proceso de tecnificación por mayor cantidad de insumos (fertilización, fungicidas, etc), que acá llegó con un cuarto de siglo de retraso por las políticas vigentes, y el gráfico muestra la brecha que se generó en ese momento. Los economistas hacían hincapie entonces en que acá se usaban menos de esos insumos y se gastaba menos (atribuyendo ese hecho a la bondad de la tierra), sin tomar nota de la creciente brecha en productividad. La brecha recén comenzó a cerrarse lentamente en los 70, y con mayor velocidad en los 90. Alguien puede asegurar entonces que un chacarero argentino gana siempre por hectárea más que uno delos otros países mencionados?
Podemos concluir que el concepto mismo de renta diferencial a nivel internacional es medio absurdo. La renta diferencial, que grosso modo es la diferencia de productividad entre las mejores y las peores tierras, se da adentro de cada país, en nuestro caso y en el cuadro que sigue comparamos la productividad entre el Sudeste(los 7 partidos de Mar y Sierras) y el Sudoeste de la Provincia de Buenos Aires(los siete partidos cercanos a Bahía Blanca).

Nunca vi publicada una sola cuenta que ejemplifique la "renta internacional", parecía que nuestra condición de "granero del mundo" que no se discutía, nos eximía de esa necesidad básica.
Crear mitos es una herramienta de marketing, pero el problema es creérselos.

lunes, septiembre 06, 2010

El mito del granero del mundo (I) Introducción

Hacia fines del siglo 19 se comienza a describir a la Argentina como el futuro "granero del mundo".
Estas menciones coinciden con el momento en que se hizo evidente que para poner en producción las tierras incorporadas al dominio nacional a partir de 1870 hacía falta una enorme inyección de recursos económicos y humanos. Hacían falta ferrocarriles, puertos, gente con el oficio de agricultor, de herrero, constructores. Tanto préstamos como inversiones extranjeras directas eran necesarias. Y en materia de gente hacían falta inmigrantes, la pampa estaba prácticamente vacía, y los habitantes de aquel entonces no poseían los oficios necesarios y estaban formados en una cultura muy diferente como para adquirirlos de un día para otro.
Sin duda hizo falta una campaña de propaganda para lograr esos recursos, y ahí se empezó a construir este mito, esta exageración. Y que terminamos creyéndola todos los argentinos.
Nuestras pampas son extendidas, pero ni cerca de las dimensiones de las planicies de Norteamérica. Hay muy buenas tierras en nuestro país, también mediocres, pero en muchos países hay tierras tan buenas como las nuestras, lo mismo podemos decir de los climas de nuestras regiones agrícolas, a pesar de que en el 80% de la Argentina predomina la aridez, el este de la Argentina presenta un clima adecuado para los cultivos templados y muy bueno para el crecimiento del pasto(que no es nuestro tema ahora) .
Hoy poseemos el 2% de las tierras arables del planeta, no es para taaaanto, pero como tenemos solo el 0,5% de la población mundial somos de los países que deberían tener siempre un excedente exportable, nada como para que el mundo se muera de hambre si éste desaparece (como si sucedería si Estados Unidos no exportara nada), pero tampoco para despreciar, y sin duda es una gran ayuda para un país de ingresos medios.
En 1860 solo teníamos el 0,1% de la población mundial, lo que con la tecnología de entonces era muy insuficiente como para explotar las tierras que se estaban incorporando. también se notaba el efecto de alta fertilidad de las tierras vírgenes (de hecho estuvimos incorporando tierras hasta 1910), pero ese efecto no llega a durar una década.
Así que los propagandistas de aquella época trataron de construir el relato de un país vacío y potencialmente rico, esperando la gente y los capitales que transformaran esa potencialidad en realidad.
Como los inversores y los inmigrantes notaron después, no era para tanto. Pero el flujo de dinero de aquella época forjó un mito dificil de remover.
Por un lado los agraristas de todas las épocas supusieron erroneamente que eso alcanzaba para tener un país rico.
Por otro lado se construyó (más desde la sociología que desde la economía) la teoría de una supuesta "renta diferencial a nivel internacional", que es la madre de la teoría de otra supuesta y generalizada "renta extraordinaria" de la que hablan tantos papanatas hoy en día.
En el próximo capítulo le pondremos algunos números a estas afirmaciones.

sábado, septiembre 04, 2010

Mito del granero del mundo reloaded.

Hace unos meses había empezado una serie de cuatro posts sobre lo que yo considero el mito del granero del mundo.
Solo publiqué estos dos:
Y luego sufrí el robo de la notebook e interrumpí la serie.
Para que los posts 3 y 4 no queden descolgados, la semana que viene voy a repetir los que ya publiqué antes.
Es un tema muy interesante porque mezcla un mito sobre el potencial de la llanura pampeana, otro mito sobre la "renta diferencial a nivel internacional" y un tercer mito sobre el origen de la competitividad del agro argentino.
El Lunes va el primero.