viernes, noviembre 30, 2012

Reflexiones sobre el proyecto de ley de semillas

Una nueva ley de semillas se esta discutiendo en diversos ámbitos. No hay todavía un proyecto unificado para apoyar o criticar, salvo un anteproyecto que ya recogió rechazos y adhesiones. Es el momento para puntualizar de que se trata la cosa, y exponer mi punto de vista.
Acá hay dos intereses aparentemente contrapuestos:
1) La conveniencia para el país de que haya investigación genética y de estar a la vanguardia en los frutos de la misma, para eso es obvio que los que investigan deben ser bien remunerados
2) El interés de los productores de que los obtentores de las mejoras genéticas no terminen llevándose casi toda la  ganancia adicional que éstas producen (renta tecnológica). Y en esto se inscribe el derecho ancestral al "uso propio" de la semilla que el agricultor cosecha en su predio.
Por supuesto en ambos casos hay abusos. Los productores compran una pequeña cantidad de semilla para multiplicarla y al año siguiente sembrar grandes superficies, o aún vender ilegalmente semilla a terceros. Por otro lado, los semilleros no siempre ofrecen una mejora real, a veces es solo marketing, pero retiran las variedades anteriores del mercado y solo queda una diferencia de precio injustificada.

Cómo es la situación actual? El panorama en especies que permiten la hibridación (técnica que hace que la primer generación, que compra y siembra el agricultor, produzca mucho más que la segunda), es mucho más fácil y normal. Tanto en maíz, como en girasol y sorgo los obtentores logran su retribución, el país esta a la vanguardia de los descubrimientos genéticos, y no hay limitantes.
El problema, por supuesto, se plantea en autógamas (soja, trigo, cebada) porque la productividad de la segunda generación y las subsiguientes es similar a la semilla original. Solo el 40% de la superficie se siembra con semilla certificada. Ese es el tema más álgido de la ley de semillas.

Yo propondría una serie de puntos que traten de conciliar los dos intereses:
1) Tiempo de protección de una nueva variedad: Sería lo más restrictivo posible(de 6 a 8 años), los semilleros deberían empeñarse en que si la novedad tiene méritos, sea difundida lo antes posible. Pasado el período de protección, las variedades debería estar disponibles para que semilleros más chicos las puedan multiplicar sin pagar derechos (libre disponibilidad). Eso baja los costos de los productores, y obliga a que sea necesario hacer continuamente innovaciones para cobrar renta tecnológica.
2) Restricciones al uso propio: Hay varias posibilidades que no caen en el extremo de que haya que comprar semilla nueva todos los años. Una posibilidad es que se permita la siembra propia pagando un royalty no muy oneroso (pero rentable en grandes volúmenes), por las sucesivas siembras(parecido a la actual voluntaria regalía extendida). Este royalty se podría discriminar de acuerdo al tamaño del productor (todo lo contrario a los descuentos por volumen). Otra posibilidad es que se permita sembrar sin cargo al año siguiente (o durante 2 años) una superficie idéntica a la adquirida (para evitar multiplicaciones), y luego deberían adquirir semilla comercial nuevamente. Por el momento, habría que probar un sistema así antes de otras propuestas que incluyan un cargo global sobre la producción

A esto se agrega el tema de las patentes de los transgénicos. Una patente obliga al productor a usar la semilla de acuerdo a las pautas que imponga el dueño de la misma. Pero se puede reglamentar, lo primero sería aplicar el principio que consigné más arriba, que es la duración de las patentes. Por ejemplo no más de 10 o 12 años desde la aprobación en nuestro país y no más de 12 a 15 desde la aprobación de la patente en cualquier lugar del mundo. Transcurrido ese período, la patente sería de libre uso. El Estado debería velar para que no sean discontinuadas las mejores variedades que no posean el gen patentado, para que los productores tengan posibilidad de elección y asegurarse de que el gen nuevo represente una mejora real.
Todos esto apunta a que los mejoradores puedan obtener una renta tecnológica que le haga interesante el negocio, pero que no sea exagerada y que obligue a la competencia por conquistar la preferencia de los agricultores.

Un párrafo aparte merece la actividad del Estado en este rubro. Considero imprescindible que los planes de mejoramiento de especies estratégicas (soja, trigo, maíz) sean incentivados y dotados de un presupuesto adecuado. Incluso que las patentes incluyan el derecho del INTA a obtener licencias en igualdad de condiciones con los privados.  Por supuesto el INTA podría a su vez licenciar variedades comerciales a semilleros nacionales como para recuperar parte de sus gastos (como el convenios Bioceres-INTA). La actividad del mejoramiento genético de INTA es clave en especies menores, como legumbres, algodón, maní, arroz, etc
Todos estos son temas delicados que deben ser resueltos para no perder (o para recuperar) el liderazgo tecnológico en todas las especies.

lunes, noviembre 26, 2012

Trigo: Respuesta a incentivos

Desde 2010 que vengo haciendo un relevamiento de cultivos sembrados en la ruta 226, desde el cruce de Azul hasta Mar del Plata, esto incluye los partidos de Azul, Tandil, balcarce y Gral Pueyrredón.
Acá están los resultados de 2010, y acá los de 2011. Son alrededor de 580 lotes a lo largo de 250 km.
Los resultados de la transecta se publican cerca de fin de año, cuando ya se puede determinar de lejos los cultivos de verano sembrados (no incluyo cultivos de segunda).
Pero este año hay un suceso que llama la atención, y es la notable disminución de la siembra de trigo. Parece haber menos cosecha fina (trigo, cebada, colza, avena, alpiste) que el año pasado. Pero dentro de este número, el trigo parece haber perdido la batalla frente a la cebada en forma contundente.
Si lo ponemos en números absolutos, en 250 km se ven solo 24 lotes de trigo, contra 81 en 2010.
Sin duda estos 4 partidos no son definitorios del área nacional, pero son una buena muestra de los 15 partidos del sudeste de la provincia de Buenos Aires, que representan la cuarta parte de la cosecha nacional de trigo. Y ha llegado a mi conocimiento que en el sudoeste de la provincia (otro cuarto de la cosecha nacional) la situación no difiere mucho.
Si comparamos con los datos oficiales, para el Ministerio en 2010 el área de trigo era 2,65 veces mayor que la de cebada para los 4 partidos, y 3,16 veces en los 15. Mis datos me daban que era 2,25 veces mayor.
En 2011 yo mido una paridad en superficie, mientras que los datos oficiales dan todavía 1,5 veces más trigo que cebada.
Este año estoy midiendo 4,25 veces más cebada que trigo. Si esa es la tendencia en los 15 partidos, en dos años habría una reducción de alrededor del  70%. Si los rindes por ha son comparables a 2010/11, son 3 millones de toneladas menos solo en esta región.
Ya me explayado mucho estos años sobre las causas. A la derecha del blog, hay una serie de artículos bajo el título "La decadencia del trigo argentino". Este Sábado, Hector Huergo alertaba sobre el mismo fenómeno.
Durante años, desde que se intervino el mercado en 2006, la venta del trigo disponible fue un calvario para los productores. Muy común se hizo que algunos estuvieran cosechando trigo nuevo con la mitad de la producción vieja sin vender aún. Ya hace 7 meses alerté sobre este tema, y cómo veía a los productores sin ganas de sembrar trigo.
Los cultivos de cosecha fina seguidos por soja de segunda son muy importantes para las finanzas del productor, porque permiten darle dos vueltas al capital circulante en el año. En este artículo de Abril hice la comparación entre una cebada que se puede vender en Diciembre, y afrontar los gastos de la cosecha gruesa, y un trigo que normalmente los productores tienen 80% en stock al momento de cosechar la soja, porque aún no han encontrado compradores. A eso se agrega que la cebada se cosecha 15 días entes, lo que en general significa una soja más rendidora a continuación, y que en el momento de la siembra, contra toda lógica y a contramano del mercado mundial, la cebada valía 20% más que el trigo, si se encontraban compradores para éste.  Esto se revirtió cuando en Agosto se abrieron los cupos de exportación y el trigo se fue a 250 U$S, pero ya era tarde.
No hace falta mucha ciencia ni mucha psicología para explicar esto: El productor se hartó.