miércoles, junio 29, 2011

1817: Primer conflicto por la carne


En 1817 hubo un enfrentamiento en el que intervinieron dos grupos de empresarios relacionados con la carne y el Director Supremo Pueyrredón, con participación de la prensa, y con algunas similitudes y diferencias con sucesos más recientes.
Pongámoslo en contexto: Lo tradicional en los alrededores de Buenos Aires después que se hubiera acabado el monopolio, era la exportación de cueros, la única fuente de divisas en ese momento. La carne para el abasto de la ciudad era casi un subproducto, de costo muy bajo para los abastecedores(no se llegaba a consumir la carne de lo que se mataba), pero cuyo precio al público despertaba controversias aún en ese entonces.
En 1815 varios grupos de ganaderos comienzan emprendimientos para salar carne, con el fin de producir tasajo y exportarlo. Entre ellos Trapani, Zemborain, Irigoyen, Capdevila y una sociedad compuesta por un joven Juan Manuel de Rosas, con sus socios Terrero y Luis Dorrego(su saladero estaba en lo que hoy es Lanús).
Les va bien, para 1817 estaban faenando el 10% de la matanza total entre 14 establecimientos, y como dice Alperin Donghi,: "Con el saladero tambien la carne vacuna entra en el comercio internacional, pasa de un mercado limitado a uno que hace posible la expansión de la producción sin descenso catastrófico de precios".
Quiénes se empezaron a quejar? Los abastecedores del mercado porteño, para el consumo de la ciudad. Ya el costo inicial de la carne "en pie" no era cero.
Los argumentos son imaginables "la carestía originada en la escasez de carne debido a las crecientes cantidades exportadas", "el inminente exterminio del ganado vacuno de la provincia", etc, etc. Solo faltan las referencias a "la mesa de los porteños". Quiénes eran los "Samid" (discúlpenme el anacronismo tipo Pigna) de esa cruzada? Había "matanzeros", o sea abastecedores como Millán, comerciantes y carreteros como Piñeyro, e incluso estancieros implicados en el abastecimiento como Juan Miguens o Juan Ramos Mexia.
Los dos diarios de Buenos Aires se plegaron a la campaña antiexportadora, hasta que el Director Supremo Pueyrredon llamó a una reunión, en la que los saladeristas ofrecieron dejar de comprar hacienda y matar solo la propia. Se aceptó al principio, pero un mes después, el 31 de mayo de 1817, el Director Supremo ordena el cierre de todos los "establecimientos saladeros".
J.M. Rosa piensa que los ingleses habían auspiciado este cierre, mientras H. Donghi no le encuentra lógica a esta aseveración. Lo concreto, y que no mencionan, es que el negocio principal seguía siendo el cuero de exportación, y el dueño del cuero era el que mataba al novillo, sea para salazón, para abasto, o para dejar la carne pudrir en el campo.
El asunto no terminó ahí, por supuesto, porque el precio de la carne no bajó. Rosas cerró su saladero, para dedicarse a poblar de hacienda a su estancia recientemente comprada (Los Cerrillos, que luego tuvo su propio saladero) , pero no todos lo hicieron. Los abastecedores acrecentaron sus márgenes, provocando la queja de las autoridades, los "ex?" saladeristas se ofrecieron a ocuparse ellos de vender a todo el abasto a precios de 1815 (y de paso, digo yo, copar el negocio del cuero), y siguieron dos años con acusaciones mutuas, y sin solución. Se pusieron precios máximos, que los abastecedores no acataron, y los considerandos de nuevos decretos reconocieron que " que las haciendas de nuestra campaña se hallan provistas de ganado para abastecer abundantemente a esta capital", pero "que la escasez y carestía de la carne no tienen otro origen que la arbitrariedad de no matar el número de reses que se necesita diariamente para el consumo". O sea que hay maniobras de retención (no se sabe de que bando), pero aclara "no es justo ni político que un artículo de primera necesidad se exporte del país produciendo la escasez para el abasto". Y llama a una comisión para dilucidar el asunto.
Tanto J.M. Rosa como Halperin Donghi consideran antojadizo el diagnóstico de que tan pequeña exportación pudiera perjudicar el consumo. Pero el hecho es que estan 3 años a las idas y vueltas, aunque los saladeristas recuperaron la iniciativa, y que el conflicto lo termina el 20 de Junio de 1820 Pancho Ramirez, un entrerriano que baja a Buenos Aires y derrota a los porteños en Cepeda junto con el brigadier Lopez.
Una vez disuelto el directorio el nuevo gobernador vuelve a legalizar los saladeros. Para entonces Rosas y sus estancieros amigos habían adquirido con sus milicias(Los Colorados del Monte), cierto peso militar además del económico.
A partir de ahí el partido de los comerciantes porteños empezó a perder cada vez más poder a manos de los propietarios rurales.
Como terminó el tema? Pese a las profecías de los abastecedores y carniceros, en vez de exterminarse, el ganado vacuno se multiplicó en las décadas siguientes. A pesar de roces con los precios, nunca faltó carne en Buenos Aires(salvo problemas de transporte como detalla E. Echeverría en "El Matadero"), y el negocio del saladero tuvo un enorme auge en las tres décadas siguientes, complementando junto con el sebo al tradicional negocio del cuero.
Una ocasión más para demostrar que los conflictos entre mercado interno y exportación son artificiales, que hay intereses privados en la defensa de las restricciones a la exportación, y que estos conflictos aparentes se solucionan con la producción abundante que tenemos en todos los rubros, y en su potencial de incremento cuando se dan condiciones favorables.


4 comentarios:

Francisco dijo...

Increíble. Es bueno saber que no solo la economía nos da las respuestas sino también la historia... para quien quiera leerla.

Yo siempre cito el "Edicto sobre precios máximos de Diocleciano" a todos aquellos que me dicen que el estado, con precios máximos, restricciones y aprietes va a eliminar la inflación, multiplicar panes y peces y hacernos felices.

Si no leyeron sobre el. Les recomiendo el artículo de wikipedia.

http://es.wikipedia.org/wiki/Edicto_sobre_Precios_M%C3%A1ximos

Unknown dijo...

Política pura. Intereses contrapuestos.

Lo interesant es ver cuá el esenario por el cuál se disputa que beneficia la mayor cantidad de gente y jode lo menos posible a esa minoría.

Ahora bien, uno lee estas crónicas y piensa que el ispa no estaba disputándose su independencia y su futura estructuración.

Alcides Acevedo dijo...

Bueno, no deja de llamar la atención que en Argentina seguimos enredados en las mismas discusiones desde hace 200 años.

Lo único diferente es que hoy tenemos el consumo de carne per-cápita más bajo de la historia.

El Contrera dijo...

Je yo por suerte soy vegetariano.