Los economistas pondrán seguro como argumento de que tenemos una competitividad superior al hecho de que siempre pudimos exportar a esos países. Es falso.
Este error es un fruto de extrapolar la noción de competitividad industrial a la agricultura extensiva. En productos industriales, la exportación fluye de los países más competitivos a los menos competitivos. No es así en la agricultura extensiva, acá la variable fundamental es la disponibilidad relativa de tierra con respecto a la población.
Veamos como se pueden clasificar los países de acuerdo con su disponibilidad de tierra, tengamos en cuenta que el promedio mundial es 4,42 habitantes por hectárea cultivada (se excluyen pasturas para ganado):
Obviamente, los países exportadores tienen menos habitantes por hectárea arable que el promedio mundial.
La última columna consigna las hectáreas arables que esos países "tendrían de más" de acuerdo a su población.
Por supuesto este último cálculo es una grosera simplificación, porque asume productividades y consumos uniformes en todo el planeta, lo que es notoriamente falso, pero permítanme tomar esa licencia.
Lo que pone a la Argentina entre el puñado de exportadores de alimentos básicos, no es una calidad excepcional de sus tierras, sino la CANTIDAD, en relación con su población. Característica que sin duda era más notoria a fines del siglo 19, cuando ni siquiera alcanzaba la gente para explotarla con los métodos de entonces. Esa fue la época en que se forjó el mito del granero del mundo.
Esta es una selección, porque en realidad la mayoría de los países del mundo son importadores de alimentos, provenientes del selecto grupo de arriba. En algunos casos son alimentos comprados, en otros casos ayuda alimentaria internacional, y en otros deberían importar pero no tienen divisas y sus poblaciones sufren las consecuencias.
Obviamente estos países, a diferencia de los exportadores, tienen muchos más habitantes por hectárea arable.
La última columna, análogamente al cuadro anterior, expone la superficie apta que estos países deberían incorporar para tener 4,42 habitantes por hectárea arable, que es el promedio mundial. Rigen los mismos reparos que en el cuadro anterior, pero creo que esto explica algunos movimientos geopolíticos de los últimos tiempos, y algunas alianzas estratégicas (antiguas y recientes).
Entonces encontramos que a algunos países les sobra tierra, y a otros les falta. Es este hecho, y no el diferencial de productividades (que es muy alta en muchos países fuertemente deficitarios), lo que rige el flujo del comercio de alimentos.
Los países con tierra excedente deben arreglárselas para llegar con sus productos a los países demandantes, y ese es el motivo por el cual deben adquirir competitividad en sus producciones exportables, o dejar las tierras sobrantes sin explotar.
La Argentina no es exportadora por ser competitiva, sino que es competitiva porque necesita exportar. Esa es la ley de los países con menos población que tierras. Cada país estructuralmente exportador de los cultivos extensivos que constituyen la base de la alimentación busca entonces especializarse en los que tiene una ventaja relativa con respecto a los otros países exportadores (competidores).
El resto del mundo necesita divisas para importar, o muy alta productividad en su relativamente escasa tierra, o una notable frugalidad de sus consumidores, o una combinación de esto factores para sobrevivir.
Además de buscar sus productos más adaptados, qué otros ajustes ocurren en los países obligados a exportar?
El más importante es la ampliación progresiva de la escala de la producción. Todos sabemos que es lo que ha ocurrido en la Argentina (con su contrapartida de disminución en el número de explotaciones), pero también ha ocurrido en el resto de los países de las mismas características.
El número de explotaciones en el estado maicero de Iowa bajó un 56% desde la postguerra. En el estado sojero-maicero de Indiana desde 1950 el número de explotaciones de menos de 500 acres se redujo en un 67%, y el de explotaciones de más de 500 acres aumentó en un 275%. En el mismo período el número de agricultores full-time decreció en un 72%, mientras que los part-time solo disminuyeron en un 50%, representando hoy en día un 58% del total. En el estado triguero canadiense de Saskatchewan la disminución del número de productores fue del 63,5% entre 1941 y 2001.
Lo notable es que en todos los casos mientras disminuía el número de productores, la producción aumentaba.
Es lo más parecido a una reestructuración capitalista de una empresa. Los productores menos eficientes o con menos suerte dejan la actividad, mientras que los otros se amplían disminuyendo así sus costos fijos, mientras aumentan la producción. Los subsidios y la transmisión estatal de las novedades tecnológicas tienden a morigerar esta tendencia, manteniendo más tiempo más jugadores en la cancha, pero el proceso de largo plazo es inevitable. En Europa, donde los productores solo tienen que atender al consumo interno y por ende tienen mejores precios, la ayuda estatal tiende a evitar la concentración de explotaciones. Eso se materializó hasta 1990 con precios artificialmente altos, y desde 1990 con subsidios directos.
Lo que no debe perderse de vista es que el proceso se inicia con el sobrante de tierras, que obliga a tener un mínimo de eficiencia para poder exportar y ganar mercados, y eso trae como consecuencia una concentración de la producción cada vez en menos manos, salvo que el estado subsidie a los de menos tamaño. La alternativa es perder competitividad, y abandonar las tierras excedentes.
La especialización es también una consecuencia. Acá casi se ha perdido la "chacra mixta", pero podemos ver que en Estados Unidos las consecuencias fueron similares.
Recapitulemos entonces:
1) Se ha visto que la Argentina no tiene una productividad media por hectárea particularmente destacada en el concierto mundial. Solo en soja esa productividad la coloca dentro del pelotón de punta (pero no a la cabeza). Tenemos, como en muchos otros países, tierras muy buenas, y luego tierras y clima con calidad decreciente hasta llegar a lo no explotable (renta=0), como en el resto del mundo. Esto desmiente que exista la "renta diferencial a escala internacional". También queda descolocada la idea que lo que nos convierte en exportadores es una característica "cualitativa", ya que en muchos países importadores la productividad suele ser mayor que la nuestra.
2) También que lo que caracteriza a la Argentina es un cierto excedente de tierra con respecto a la necesaria para alimentar a su población. Este hecho obliga a exportar al mercado mundial esos excedentes de alimentos, y en consecuencia a producir con un mínimo de eficiencia que permita poder vender tanto en años de deficit productivo mundial, como de excedente productivo en el mercado internacional. Por el contrario numerosos países, a pesar de ser altamente productivos, tienen un deficit de tierras con respecto a su demanda alimentaria.
3)El hecho de estar obligados a exportar destaca la necesidad de estar en la frontera tecnológica, cuando así no ha ocurrido la producción se ha estancado. También esta necesidad rediseña hacia adentro la estructura de tenencia, y la tendencia a la concentración para reducir costos.
Los mitos positivos sobre uno mismo son buenos en la medida en que se crean los demás. Lo malo es cuando se los cree uno mismo. Esto ocurre a menudo en el "granero del mundo"